La condición

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viernes, 23 de septiembre de 2011

El viaje del héroe, una apreciación.


El viaje del héroe se caracteriza por lo general con una coyuntura que sólo debe resultar verosímil, lo cual por otro lado no resulta del todo fácil lograr, y cuya importancia se encuentra determinada por la transformación de un contexto perturbado por un personaje. Se puede hacer referencia tanto a obras literarias como audiovisuales así como a producciones que podrían estar catalogadas en uno u otro escenario contemplativo, como complejas y banales. Dependiendo de los criterios a través de los cuales se percibe el resultado de un proceso creativo y productivo arduo en la mayoría de los casos, coexistirá con la crítica como una cosa o la otra. Este simplismo en mi reflexión sobre lo que quizá sea uno de los principios más difundidos que marcan los espacios de la ficción, a lo largo y ancho de la historia del ser humano, se encuentra a su vez determinado por mi necesidad de exponerme ciertas réplicas que la curiosidad personal me obliga a querer entender, por lo que se verá que no me complicaré mucho con las referencias que utilizaré, dando por sentado que cualquier historia que parta de un hecho en el que uno o varios personajes entran en las dimensiones públicas y, tras una serie de hechos subsecuentes, ven trastornada su situación e identidad, da cuenta del llamado viaje del héroe.

En el viaje del héroe pueden destacarse dos momentos, al menos así lo hago yo para intentar suavizar las nociones complejas que permiten discernir finamente el tema. El primer momento al que se remite mi memoria lo perfila un diseño de la estructura narrativa en la que se embrolla la supervivencia de una dinastía. Suelen ser historias determinadas por una lucha entre el bien y el mal cuyas representaciones fastuosas le conceden a los villanos la perniciosa pulcritud anímica de una naturaleza maligna. La modelación de los personajes y el tratamiento de las producciones diseñadas para forjar un fin del mundo me suelen resultar exageradas, pero no dejan de ser entretenidas para mí. Pienso en una película que vi recientemente y cuyo argumento me ha acompañado, aunque a cierta distancia, a lo largo de mi vida "El Planeta de los Simios", no estoy al tanto pero me es familiar. En ella se perfila un horizonte armagedónico por así decirlo. A través de esta película creo reflexionar con facilidad sobre una posible dualidad esbozada o frontera narrativa, el final de la historia resulta el principio de otra muy distinta, en donde los villanos se desdibujan y  los héroes se vuelven, se tendrían que volver, más humanos.

Para explicármelo mejor pienso en "Batman", un superhéroe del Cómic cuya transformación, creo yo, ha debido resultar de la conflagración entre un mundo en el que lo exagerado no sólo es permitido sino necesario, con otro en el que los personajes están matizados por las complejidades del universo humano. Como tampoco soy un conocedor del Cómic y por cierto Batman no me es del todo familiar por ese lado quedará claro que mis fuentes, también lejanas, proceden de lo que he visto en el cine. Sé que al principio la forma de encarnar los personajes tenía muchos rasgos que corresponden hoy día a la historieta originaria, es lógico, y que poco a poco se fue modificando en un estereotipo que se juega su propia supervivencia como personaje en un mundo casi real en el que habita y del cual se ve forzado a desprenderse. La extraordinaria caracterización del irónico Archíenemigo Guasón, interpretado por Heath Ledger seguramente contribuyó de manera definitiva, no me cabe la menor duda, pero lo que me queda ineludiblemente claro es que la evolución de las historias con premisa armagedónica carga necesariamente la responsabilidad de ese equilibrio, valga la contradicción.

El segundo momento que se configura en mi memoria es protagonizado por un paradigma de personaje que consume el reto de la supervivencia a un nicho más personal por decirlo de algún modo. Aquí lo que pende de un hilo son sus ideas sobre el clan que simboliza su familia, su más inmediata semejanza como diría el poeta de las escalinatas Jorge Zalamea. Vienen dos películas a mi mente, "Inception" titulada "El Origen" en Larinoamérica y "El Castigador" de 1989 protagonizada por Dolph Lundgreen, también un personaje del Cómic según tengo entendido. Sé que hacer disertación entre "El Planeta de los Simios", "Inception" y hablar del viaje del héroe a través de Batman y Frank Castle no parece de buenas a primeras un asunto para ser tenido en alta estima académica, quizás se deba a que llevo ya mucho tiempo abstraído en una absurda riña con las corporaciones epistemológicas, lo que me ha alejado un poco de las técnicas diplomáticas que respaldan el intercambio de saberes en estas lucrativas ostentaciones ideológicas de los Estados modernos y pos. En fin, debo concluir mi apasionado y ligero razonamiento y me parece que puedo lograrlo haciendo un sencillo hincapié:

En uno de los dos estilos que he creído exponer, cuando el héroe llega a su momento de libertad, y ha logrado salir airoso de la violencia del mal para quizá un día no muy lejano contar su historia (por lo general no lo hará ya que este tipo de héroe no suele contar su propia historia)  empieza su huída. El mal que le espera y por tanto el villano, será más fuerte y malo y eso no importa tanto, lo que ahora está en juego es su propia supervivencia. En el otro estilo se soluciona el conflicto y el héroe puede empezar de nuevo, incluso si resulta necesario enfrentarse a más riesgos y villanos estará mejor preparado. Recuerdo al vuelo otra película "The Bourne Identity" del año 2002. Sé que sentirán la falta de un esfuerzo por dilucidar las combinaciones de estilo, como lo he llamado al ensamble de proposiciones narrativas trenzadas en las representaciones del héroe y sus marchas traumáticas, ahí está la popular saga de Rambo inaugurada en 1982 se dirá, basada en la novela First Blood de David Morell (título original según la enciclopedia internética) pero deduzco que mi intención no estaba concebida desde el principio como una exposición demasiado explícita de mi sabiduría sobre estos temas, simplemente quería responderme algunas inquietudes y en modo alguno abrumar al público con mayores detalles sobre mi extensa ignorancia dramatúrgica.