La condición

La condición

lunes, 10 de septiembre de 2012

Cultívate




Este comentario comienza con un enlace en Facebook: ...el objetivo no es vivir por siempre, sino crear cosas que lo hagan... Durante siglos se ha pensado en esa dimensión de lo invisible en la que diverge nuestro instintivo colectivo, por decirlo de algún modo, en la antigüedad ya deambulaba una dimensión del pensamiento completamente rica en proposiciones axiomáticas, Aristóteles llegó a declarar que “En parte, el arte completa lo que la naturaleza no puede elaborar y, en parte, imita a la naturaleza”. Li Tai-Po, poeta chino del 700 indicó que “El mundo está lleno de pequeñas alegrías: el arte consiste en saber distinguirlas”. Pero en occidente evolucionó una forma de pensamiento completamente opuesta, encontrando fervorosos exponentes de una conducta delirante y prosopopéyica, ya que fue un artista, Vincent Van Gogh, tal vez el más contradictorio y ciertamente incierto, que aventuró que “El arte es el hombre agregado a la naturaleza”.

En la era de la gran revolución bélica, un espíritu autodidacta afirmaba que “El arte es la expresión de los más profundos pensamientos por el camino más sencillo”. Era el señor Albert Einstein, el contemporáneo Vladimir Maiakovski diría “El arte no es un espejo para reflejar el mundo, sino un martillo con el que golpearlo”; poco tiempo después se banalizaría un poco, Andy Warhol comentaría “Un artista es alguien que produce cosas que la gente no necesita tener pero que él, por alguna razón, piensa que sería buena idea darles”, luego el pensamiento se haría un poco desfachatado en la expresión de lenguajes decorativos, Cantinflas estaba en escena, diciendo “Artista: nombre que se dan muchos artesanos”, un poco más en nuestro tiempo, un preceptor de la narrativa del nuevo continente, Doménico Cieri Estrada, aseveró, en suave tautología gramatical “El arte es una pausa, un encuentro de sensibilidades”.

 

 

1 comentario:

  1. Qué bello esto, los altos en el camino para escuchar palabras que se hilvanan llenas de emoción por un arco irís que enmarca la montaña en frente de casa, o por las sombras que parecen perforar el piso de cemento en un balcón, o por unos rizos rubios, que simplemente se enmarañan para cubrir el rostro de quien se contempla al amanecer.

    ResponderEliminar